miércoles, 29 de abril de 2009

Caminando buscando un camino


Imaginarme como un forastero en las calles de la zona cinco siempre fue fácil. En los Arcos, La Monja blanca, La Ferrocarrilera, Los dos Jardines... antes cuando no asaltaban tanto. Igual de fácil como sentirse propio o ajeno, todo dependía de con quien se está caminando, con quien se anda. Verme como forastero me ha resultado fácil porque de momentos es ausente el sentimiento de pertenencia. Pero hay ciertas partes en las que no, como caminar en el bulevar y pensar que aparte del cementerio, es lo más cerco a un parque que tiene esos suburbios.

La luz en el bulevar es distinta, sobre todo los domingos. Y es que caminar por ahí, buscando un camino que seguir y que por momentos pareciera nunca llegar, son instantes en el tiempo que por muy importantes que sean, son fáciles de olvidar. Así de fácil como toparse con el forajido de turno y saludarlo para que este no te asalte. No es un secreto, en la zona cinco vivimos muchos ladrones: de objetos, historias o recuerdos, pero entre los violentos se puede uno topar con algunos que son corteses, si los saludos, no te hacen nada.

Caminar por ahí me hace recordar las cagadas de la infancia que ahora son chistosas pero antes nos carcomían las entrañas, supongo que lo mismo sucederá en el futuro. Que cuando llegue a viejo, me dará risa lo que ahora me complica la existencia. Lo cierto es que siempre me sentiré perdido en la zona cinco. Es mi laberinto, mi confort, mi ratonera, mi jaula, mi todo. Seguiré buscando mi camino. Los amores perdidos, encontrados y vueltos a perder, reencontrar rostros y amistades siempre será fácil acá.

La melancolía domina las cuadras a cualquier hora. Habita en los resquicios de las casa, en las puertas de las iglesias. Se arrastra lentamente en el Novicentro, en súper24 incluso, en las fronteras... pues hasta en el campo Marte se sentía. Pero antes, cuando no estaba cercado, cuando la tribuna era testigo del tiempo y era un campo sin luz. Recuerdo que fue ahí lo más lejos que llegué caminando la primera vez que decidí huir de casa. Fui un cobarde, regrese tres horas después, pero claro, mi único destino era ser un niño de la calle.